
De Meira Del mar
Mi tierra se llama La Playa
y queda a la orilla del mar.
La brisa que viene de lejos,
me besa con besos de sal.
Me gusta mirar las gaviotas
y los alcatraces volar,
oir como suenan y suenan
las olas que vienen y van.
FRANCISCO TURIZO JIMENEZ
A JUANA CÁEZ, REMBERTA CÁEZ, HORTENCIA TURIZO, Y EVELINA FLÓREZ de quienes tengo amarrado el recuerdo de mis primeros años de escuela.
TUS GAFAS
Acompañan ahora tus negros ojos
asilados en la soledad,
cuasi cerrados como viejos socavones
por la tiza imperdonable
y por tu pasión de maestra incansable.
Tu mente verdinegra,
guacal nostálgico de fértil pureza,
guarda en confusas imágenes acústicas
tus anécdotas mil veces repetidas
en los coros de tus discípulos:
zorencos, unos; prodigiosos, otros.
Los años ya ahogaron tu voz,
tu dulce y pobre voz,
cual tambor destemplado,
no retumba en las paredes derruídas
de tu escuela,
sí, de tu escuela,
hecha con el barro de tu propia vida
y de tu propia sangre.
Esos años, setenta en total,
para tu fúgida pensión
semejan requilorios.
Heptagenaria, ora avizoras un futuro
rondado por la incertidumbre
de un gobernante sin la virtud de la pasión
por la humilde profesión,
quién sólo te desea un réquiem,
en una despedida sin ADIOS.
FRANCISCO TURIZO JIMÉNEZ
Codazzi, mayo 15 de 1995
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